Una locura cibernetica

UNA LOCURA CIBERNÉTICA de Matías Montes Huidobro se encuentra entre los textos más sombríos de su cosecha. Producto de fantasmas que lo visitan en el insomnio de la medianoche, flotan en la caótica negritud de unos campos magnéticos, galaxias de lo desconocido, que finalmente decide recoger en un libro en lugar de dejarlos vagar insepultos por esos espacios intangibles de una memoria cibernética. Emergen, salvando las distancias, de las pesadillas de Goya en la Quinta del Sordo, del sonido que recoge la Oreja de Van Gogh, del negro más negro de Caravaggio y del nudo en la garganta que produce el negro de la Capilla Rothko: la partitura inacabada de un concierto en negro que es el Infierno de Cuba y de su propia pesadilla. Como si fuera una declaración de principios, el cráneo hecho añicos, surge la música, el acorde final, el corte visceral del cuero: la sinfónica del loco, del ciego y del sordo. Lo que propone el autor es un desgarramiento fragmentado, abstracto y casi no figurativo donde el culto al lenguaje, lo inusual de la caracterización, la agonía y la angustia, realismo y ficción histórica, expresionismo, existencialismo, surrealismo, absurdo, crueldad, se unifican en la prosa de un escritor que no en balde ha sido comparado con Gogol, Dostoieivski, Kafka, Camus, Sartre, Suskind, Beckett, Carpentier, Cela, Sábato, Valle Inclán, palpable en un buen número de novelas: El muro de Dios (inédita), Desterrados al fuego, Segar a los muertos, Parto en el cosmos, Cartas de cabeza, Concierto para sordos, Esa fuente de dolor (Premio Café Gijón), Un bronceado hawaiano y Una saga yoruba.